De Bluetooth y vikingos

Bluetooth, cuya traducción del inglés es «diente azul», es el nombre de una tecnología inalámbrica que permite la conexión de dispositivos a cortas distancias, tales como auriculares, altavoces, impresoras y un largo etcétera de aparatos, normalmente personales. Y, lo que podría ser una entrada dedicada o centrada en la tecnología, es en realidad la excusa para, bajo esa singular denominación, adentrarnos un poco en el mundo de los vikingos. No obstante, para conocer el origen del nombre, iremos al revés, es decir, situémonos en los tiempos más recientes, cuando se creó la susodicha tecnología.

El origen de Bluetooth, la tecnología

En el año 1996 tres empresas, Intel, Ericsson y Nokia, las dos últimas nórdicas, se asociaron para colaborar juntas y definir un estándar de comunicaciones por señales de radio de corto alcance, lo que viene siendo el bluetooth en cuestión. En una de las reuniones, un empleado de Intel llamado Jim Kardash propuso el apelativo de Bluetooth como nombre en clave de la especificación de la tecnología que estaban creando. ¿Por qué ese nombre? Al parecer, imagino que impregnado de algo de «culturilla» de los países nórdicos y en señal de alago a sus colegas de Ericsson y Nokia, pensó en ese nombre por el rey, en inglés conocido como
Harald Bluetooth. Pero, ¿quién era este rey Harald «Diente azul»?

El origen de Bluetooth el rey

Los nombres e historias vikingas suenan siempre bien y épicas, porque parecen cuentos fantásticos de aventuras, ¿verdad? Pues esto es verdad, ahí va: Harald Bluetooth, más conocido por los escandinavos como Harald Blåtand fue rey vikingo de Dinamarca desde el año 958. Fue hijo de Gorm el Viejo, el rey de Jutlandia, nombre éste de la península donde se encuentra, cómo no, Dinamarca. Su madre fue Thyra Danebod, ésta a su vez hija de Harald Klak, el jarl de Jutlandia (¡jarl! no es broma, es el equivalente al título de conde en las lenguas nórdicas).
Pues bien, ya en aquellos tiempos, los vikingos llevaban largo tiempo explorando y colonizando tierras, pero también haciendo de las suyas en sus correrías, asaltando monasterios y sembrando el terror. Lo cierto es que los niveles de salvajismo y crueldad de los vikingos no era más alta que la de los estándares de la Edad Media, cuando la vida de un hombre valía poco más que nada. Seguramente la razón de tan mala reputación radica en su condición pagana; como creían en sus dioses propios y por tanto no practicaban el cristianismo, no tenían reparos en atacar lugares sagrados para los europeos cristianos y por tanto fueron tildados de bestias sin escrúpulos. Atacar o no tener aprecio por culturas y religiones ajenas fue algo frecuente en el comportamiento de la antigüedad o incluso en mentes fanáticas del presente, pero ancladas en el medievo, como las de los terroristas del Daesh que destruyeron o vendieron tesoros artísticos las ruinas de Palmira.
Otro aspecto peculiar de los vikingos, como el de otros pueblos germánicos, es que no tenían monarquías hereditarias, es decir, cuando moría un rey se elegía un sucesor, lo que, claro está, ocasionaba un sinfín de constantes refriegas e intrigas. Valga el caso de los visigodos en España, donde la gran mayoría de los reyes godos murieron a cuchillo y no en sus ilustres catres y ancianos.
La cuestión es que, estas dos características, la religiosa y la política es clave en nuestro personaje, pues Harald Blåtand es el primer caso conocido de monarca vikingo sucedido tras su progenitor, lo que, visto lo visto, sentó un principio de estabilidad muy importante. En el terreno religioso, Harald abrazó el cristianismo, de hecho es considerado el precursor de la cristianización de Dinamarca, aunque todo indica que fue algo de fachada, pues en el reino se continuó con las tradiciones y ritos paganos. Al final, como es frecuente en la historia, política y religión van de la mano ya que, el monarca vikingo probablemente pretendía asentar su poder, por entonces dependiente de los clanes daneses. A partir de entonces, Harald seguramente pudo argüir que su mandato era de origen divino, algo que los jefes y nobles no podrían rebatir.
No menos importante, sobre todo para esta entrada, de hecho veremos pronto por qué, Harald fue también rey de Noruega, es decir, fortaleció el poder de los reinos del norte de Europa.
A modo de curiosidad, la vida de nuestro personaje no está clara, pero parece que murió asesinado, adivinen, por su hijo Svend, alias «Barba Ahorquillada».

Vale, ¿pero por qué Bluetooth?

La respuesta lógica sería que el apodo habría venido dado por el color de la dentadura de nuestro personaje, sin embargo, ni tan siquiera está claro que eso fuese así. Es posible que el apelativo Bluetooth (diente azul) fuese fruto de una traducción errónea al inglés de Blåtand. Aunque tener pelo y/o tez algo morena entre los vikingos no tenía por qué ser una rareza, parece que Harald era más oscuro de lo habitual, de ahí la posibilidad de que su apodo proviniera de Blå por su piel morena y pelo oscuro, y tand que aludía a su gran estatura; podría denominarse como «Harald, el gran hombre de tez morena».
No obstante y si la teoría de los dientes azules fuese cierta, existen diversas conjeturas al respecto de las causas:

– Algún tipo de golpe en uno o varios dientes, lo que puedo oscurecerlos y su coloración se tornase grisáceos o azulados.
– Que hubiese sufrido una enfermedad llamada eritroblastosis fetal, un trastorno de la sangre que se da en recién nacidos y que puede provocar, como síntoma menor, una coloración azulada de la dentadura. Esta posibilidad parece improbable, porque la gravedad de esta alteración, probablemente habría acabado con su vida al poco tiempo de nacer, más en aquellos tiempos, sin los medios médicos pertinentes.

¿Y qué tiene que ver este rey con la tecnología inalámbrica?

Ya de regreso a la segunda mitad de la década de los 90, aquel empleado de Intel, Jim Kardash, pensó en Bluetooth como nombre, según dijo, porque, aquellas empresas, siendo dos escandinavas, se encontraban también unidas creando el estándar de comunicaciones, de la misma manera que aquel rey vikingo, quién unificó los reinos escandinavos.
Al final, el nombre gustó y pasó la criba del borrador. De hecho, el logo de Bluetooth es la unión de dos runas,
los símbolos de los alfabetos empleados por los vikingos que forman las iniciales del Harald Bluetooth (HB), en este caso, las runas hagall y berkana.

El logotipo de Bluetooth, unión de dos runas con las iniciales de Harald Bluetooth

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