El origen de ‘Dar el pego’ e ‘Ir de farol’

Hablemos de cartas, es decir, de juegos de naipes, porque el origen de sendas expresiones provienen del mundillo de este antiguo y arraigado entretenimiento. ¡Y tan antiguo! En nuestro país hay testimonios escritos y certeros de su práctica desde el siglo XVI, pero no nos vayamos por las ramas. ¡Que empiece la partida!

«Dar el pego»

Esta frase figurada, como sabemos, significa engañar, con la consiguiente cualidad de que la persona timada no percibe el embuste o la trampa en cuestión. El origen se encuentra en un truco que realizaba el tahúr, es decir, el jugador diestro y experimentado. La argucia consistía en pegar las cartas usando una sustancia pegajosa, seguramente cera, para poder arrastrar las cartas juntas. De esta manera, ‘el pego’ actuaba sobre determinadas zonas de la carta y, con la presión de los dedos, la carta de abajo se arrastraba oculta a ojos de los otros jugadores, todo ello con la necesaria habilidad manual del fullero.

«Ir de farol»

Ir de farol, que no deja deja de ser otro engaño, lo entendemos por una acción o jugada que tiene por objeto acobardar a los oponentes. Los jugadores del póquer saben perfectamente qué es. Es por tanto otra expresión proveniente de los juegos de cartas, en este caso llevada a cabo en una partida durante un envite, o en lo que en el mundillo de los naipes es una apuesta.
Pero la curiosidad de un servidor quiso ir más allá, para tratar de dilucidar si dicho farol hace referencia a una luminaria o a otra cosa, porque, según la RAE, farol tiene varias acepciones, algunas, por ejemplo, dentro del mundo de la tauromaquia. Pero no va por ahí la cosa. Uno de los significados del término farol proviene de la palabra fachenda, la cual, en su primera acepción de la RAE significa vanidad o jactancia. El término fachenda proviene a su vez del italiano faccenda, literalmente ‘quehacer’ o ‘faena’. Podemos por tanto deducir que ‘ir de farol’ tuvo su fundamento en el acto de envalentonarse o jactarse. De esta manera el jugador, con más o menos habilidad, sube la apuesta y logra, o no, engañar a los oponentes.

Como última curiosidad, ya puestos en trampas y fullerías, mis indagaciones acerca del origen de la palabra fullero no resultaron del todo concluyentes. Fullero es aquel que hace fullerías, es decir, fullas, palabra esta que proviene del latín fŏlia. De ahí fohla en portugués, full en catalán o feuille en francés. Hay diversas teorías, pero la que parece más probable es que el término haga en su origen alusión precisamente a las trampas que se realizaban pegando o marcando las hojas o naipes.

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