El Mar de Aral, el mar que se perdió

Esta es una historia de lo que fue, la historia del que llegó, nada menos a ser el cuarto lago más grande del mundo. Es la historia del día y la noche, de lo opuesto; pero en el peor sentido, porque el Mar de Aral es ahora en un 90% de su extensión un nuevo desierto, el Desierto de Aralkum. Es la consecuencia de un ambicioso, ¿o deberíamos decir avaricioso? plan de irrigación mastodóntico , fruto de la insensatez y del desdén; no sólo por el medio ambiente, sino también por miles de familias y poblaciones, cuyo modo de vida dependía de aquella extensión de agua, antaño del tamaño de Irlanda.

El antiguo Mar de Aral

El Aral era un mar interior. De lo queda hoy en día, se encuentra entre Uzbekistán y Kazajistán, alimentado por las aguas de los ríos Amu Daria y Sir Daria, los cuales transcurren por Kirguistán, Tayikistán y Turkmenistán. Desde tiempos remotos, el Aral y las llanuras de la estepa euroasiática fueron habitados por los pueblos sármatas, de dónde los griegos tomaron inspiración del mito de las amazonas. Como toda leyenda que esconde un atisbo de realidad, aquellas mujeres guerreras disfrutaban de una elevada posición social. Autores clásicos como Estrabón, Tácito o Dión Casio registraron sus costumbres, inusuales y diferentes de los griegos y romanos. Como todo mar que se precie, la pesca fue la actividad preponderante, la ocupación y el modo de vida de las gentes que divisaron el plano horizonte en sus aguas. Llegamos al siglo XX, cuando se estima que en el Mar de Aral habitaban más de 100 especies de peces y medio millar de aves. Pero a partir de la mitad del siglo pasado, el panorama comenzó a cambiar rápidamente.

Stalin tenía un plan

Ya desde tiempos de Lenin existían planes de irrigar las llanuras de Asia Central y darles la bienvenida al progreso industrial, convirtiéndolas en una región productora de algodón. Pero existía un obstáculo, la escasez de agua en aquellas tierras. Ya con Stalin bajo el mando de la URSS, durante los años 30, se decidió ejecutar el plan, no sin reticencias del primer ministro uzbeko Fayzullo Xojayev. Stalin, como solía hacer, se lo quitó de encima y Xojayev acabó ejecutado, acusado de burgués en la gran purga de 1938.
Hacia mediados del siglo pasado, el plan de monocultivos de algodón en Asia Central cobró impulso y en los años 60 se construyó un canal que tomaba las aguas de los mencionados ríos Amu Daria y Sir Daria. La inversión funcionó y la extensión de cultivos de algodón alcanzó los 8 millones de metros cuadrados. Mientras tanto, el canal, mal construido, malgastaba buena parte del agua y los campos de algodón, ávidos e insaciables del líquido elemento, iniciaron el preludio de la tragedia, pues al Aral sólo estaba llegando un 10% del agua que lo nutría.
La catástrofe pues, estaba en marcha. La orilla se alejaba y el mar retrocedía visiblemente día a día. En pocas décadas, las enfermedades, la despoblación y la miseria hicieron mella en aquellas regiones, antaño favorecidas por el efecto nivelador térmico y en pocos años condenadas a veranos e inviernos extremos, como el desierto en el que se encontraron. En 1986, el mar quedó divido en dos, uno al norte y el otro al sur.

La catástrofe consumada

Evolución del mar de Aral en vistas desde satélite, desde 1973 hasta 2009

Un servidor recuerda en los mapas el Mar de Aral cuando era niño, entre las décadas de los 80 y 90. A relativa no mucha distancia se encuentra del Mar Caspio, que sigue siendo el lago más grande del mundo. No deja de producir cierto sobrecogimiento consultar la entrada correspondiente en la Wikipedia, siendo el verbo en referencia a la condición del Mar de Aral en tiempo pretérito, es decir, «era». Y es que, de los más de 65.000 kilómetros cuadrados de superficie, hasta 68 metros de profundidad máxima y 1% de salinidad en los años 60, se ha pasado a menos de un 10% de su superficie y no más de 20 metros de profundidad. Pueblos, antaño ribereños al mar, nacidos por el mar, cuya actividad económica estuvo enfocada a la pesca y a industria conservera de pescado, huevas y otros derivados, ahora se encuentran en medio de la nada, ruinosos y hostigados por la arena que el viento traslada desde el antiguo lecho marino.

Cartel de entrada a Moynaq (Uzbequistán), antigua ciudad portuaria a orillas del Aral, hoy en medio del desierto

Pero las consecuencias no son ni mucho menos sólo económicas. La desaparición del mar ha extremado las condiciones climatológicas, haciendo los inviernos y los veranos mucho más duros e intensos, con diferencia de hasta 10 grados . El uso indiscriminado de pesticidas ha contaminado el suelo, provocando que las tierras no se puedan cultivar. En lo que queda del Mar de Aral, la salinidad ha aumentado vertiginosamente. El Aral tenía varias islas, la más grande Vozrozhdeniya. Allí, el gobierno soviético instaló en 1948 unos laboratorios secretos de armas biológicas. Tras el colapso de la URSS, en 1992, quedó abandonada, sin control, y las esporas de ántrax y otros agentes nocivos se extendieron por toda la región. En el año 2002, mientras el nivel del mar descendía, la isla dejó de ser tal, quedó conectada y se convirtió en península. Hoy en día, los casos de cáncer y malformaciones superan con creces la media. La esperanza de vida ha bajado de 65 a 61 años.

Estremece ver el documental Aral, el mar perdido y se comprende mejor el desastre de mano de aquellas personas que vivieron los buenos tiempos, cuando el mar bañaba las localidades donde nacieron y donde vivieron tiempos mejores. Los testimonios son desoladores. Uno afirma que, «Lo peor no es que haya desaparecido por un accidente; no fue un accidente, el agua se la llevaron otros«.  Otro señor, ya anciano, dice elocuente: «Hubo un tiempo (años 70) en los que, un día la orilla estaba aquí y», alejándose del interlocutor, «al día siguiente la orilla estaba aquí».

Un atisbo de esperanza a medias

La cuenca del Mar de Aral del norte está recuperándose gracias a un dique de contención, construido por Kazajstán y con éste, la salinidad del agua y la pesca. La contrapartida es que dicho dique es la práctica condena a muerte del mar del sur, el cual se ha dado por perdido por las autoridades de Uzbequistán.
Hoy por hoy, la casi desaparición del Mar de Aral está considerada por las Naciones Unidas como uno de los mayores desastres medioambientales de toda la historia. Nunca debe olvidarse que, el agua es un recurso estratégico, aunque no lo parezca. Hay sólo un 2,5% de agua dulce en el planeta.

Vista desde satélite de lo que queda del Mar de Aral (2014)

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